14/1/19

Bilis romántica

Los tequieros sinceros,
sobre todo los primeros,
son como el vómito.
Los ves venir,
los sientes, subiendo desde muy dentro de tu garganta,
te hacen boquear, respirar hondo,
y te dejan la boca seca.
Es desagradable si intentas contenerlos:
te llega ese regustillo en tu lengua
y sabes que es él tratando de salir.
Entonces sale,
lo sueltas,
y ya no hay marcha atrás.
Se hace el silencio alrededor,
el mundo deja de girar unos segundos
antes de poder reaccionar.
Puede que lo siguiente sea vergüenza,
pánico,
y quizás un punto de culpa
por quien ha tenido la desgracia de estar delante...
pero al soltarlos te quedas a gustísimo, oye.

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