8/3/11

Buenos días, realidad

Soñé que mi mundo se reducía a mi y a la seda fina de tu piel. Qué feliz sueño ególatra, solos tu y yo y nadie más. Pero desperté, las puertas y ventanas de la habitación se abrieron, y el mundo se hizo grande. Se oían ronquidos afuera en un coro de miles. Te dejé dormir allí y salí a buscar, crear, dar... a vivir. Despertad de vuestro sopor narcisista, dormilones, que hay mucho por hacer.