De tanto quemarme, me volví ignífugo
De tanto mojarme, me hice impermeable
De tanto enfermar, me volvi inmune
De tanto hacerme daño, me hice insensible
De tanto quebrarme, me volví irrompible
De tanto cansarme, me hice infatigable
A fuerza de decepciones, me volví incrédulo
De tantos errores, al final aprendí
Y de tanto recordarte, un día, te olvidé