3/11/19

"Sólo es mi opinión pero..."

Su interlocutor hizo una pequeña pausa.

Entonces lo sintió. Casi pudo ver un demonio interno, armado con una biblioteca, laboratorios de lógica y un ejército armado hasta los dientes de afilada retórica, muriéndose de ganas de salir a jugar con esos angelitos idiotas con tanta buena intención, cuya opinión se basa en titulares de 280 caracteres.

Esto, pensó, le pasaba por haber construido su propia autoconfianza en base a la prepotencia, con una base de méritos y esfuerzos, para luego pintarla con capas y capas de humildad que, con el tiempo y las intespestades de un mundo idiota, a veces sufren desconchones que dejan ver lo que hay debajo.

Dicen que los mejores hombres están amasados de defectos y, en su mayor parte, se hacen mucho mejores al ser un poco malos. - Shakespeare


2/11/19

Nimrod

La arrogancia se inventó casi al mismo tiempo que la realeza.

El primer rey del mundo proclamó que la felicidad del hombre es fruto de su esfuerzo, y no de los deseos de ninguna divinidad. Y trató de reunir a todos los pueblos entonces existentes en torno a su su nación y su idea. Para ello, construyó la más grande de las ciudades para acoger al mundo, y en su centro, una torre que llegaría hasta el cielo, y su visión guiaría a la gente hasta allí como un faro para toda la humanidad.

Dios era en ese entonces joven, inseguro y bastante codependiente, y aquello no le gustó. Así que destruyó la torre con un rayo, dividió a las gentes mediante lenguas, inventó las banderas, las fronteras y los equipos de fútbol.

Así acabó con el arrogante sueño de Nimrod de crear la Ciudad de Todos, la Aldea Global.