No había nada
un
espacio dentro de un hueco
vacío
apenas sustancia
un
solar primigenio.
Ni
palabras había.
Entonces
Salió
algo verde de la orilla del mar
Queriendo
explorar ese lado del mundo
Que
aún ni respiraba ni tenía color.
Echó
sus raíces
y
trató de beber de la tierra
Al
crecer, llegaron las ranas
Lagartos
gigantes, bichos como autobuses
Bosques
esmeralda, titanes peludos
Y
glaciares de diamante
La
vida pasando la adolescencia/ la vida como un adolescente
Y
encontrándose con su propia violencia
Ahí
seguías, verde,
Viendo
venir etapas y eras
Calmas
y guerras, tempestad y paz
Echada
tu ancla y tus banderas
Entre
cataclismos y holocaustos
De
borrón y cuenta nueva.
En
las últimas campanadas
Estos
compañeros de piso
De
fango, tierra y agua
Ranas
desnudas de entraña caliente
Ese
cosmos mirándose a sí mismo
Molestia
de montañas
Incordio
de nubes y mares
Truncadores
de balanzas y cazadores del todo.
Y
ahí seguías, verde,
De
alimento de colosos
A
ornamento orgulloso de junglas de ladrillo.
Qué
tragedia de dependencia, verde,
Jade
vivo casi inmortal, semi eterno
Tornado
marrón mierda
En
un mundo más ordenado, pero más ardiente que nunca
Menos
violento que aquel erial volcánico
Y
a la vez más implacable
Tu
fortaleza jurásica pudo con todo
Pero
no tuvo nada que hacer
Con
el fuego estival de la calle San Vicente.
Cientos
de millones de años
Todas
las edades de la humanidad
Diez
extinciones masivas, movimientos continentales
Para
acabar rehén en un balcón
Víctima
de un juego de azar
Y
un malabar de palabras
Entre
el hombre de la pandereta
Y
un domesticador de pelusas.
Tal
vez algunos seres no estáis hechos para evolucionar
Sino
para enseñarnos
Qué
puede ocurrirnos si no lo hacemos.