8/1/19

Behemoths

Hobbes utilizó hace tres siglos y medio al Leviatán, bestia mítica judeocristiana y ser intermedio entre la humanidad y Dios, para representar al Estado. Este ser inmenso, creado por humanos pero más grande que todos ellos, los cuidaría, los protegería de ellos mismos, instauraría el orden y sería el único con el poder de decidir quién viviría y quién moriría, siempre mirando por el interés de la comunidad bajo su mando.
Pero al contrario que en la tradición bíblica, en el mundo hubo muchos leviatanes. Y estos, furiosas criaturas que no consentían la existencia de seres igual de igual fuerza y poder, lucharon durante siglos, tratando de eliminarse unos a otros. Los mortales morían a miles bajo las batallas entre estos monstruos.
Más adelante y en el ejercicio de su libertad, los seres humanos crearon monstruos más grandes: las transnacionales. Tan gigantescos eran estos seres que algunos empequeñecían a los viejos leviatanes, y ni siquiera parecían ser conscientes de los pequeños mortales. Eran menos territoriales y más ambiciosos, y nacían con la vocación de combatir entre ellas. En la ferocidad de sus luchas, en la ambición de sus extracciones, competencia, manipulaciones, producción y presión política, incluso los leviatanes podían llegar a morir.
Los mortales, claro, morían a millares.


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