3/2/19

Contracuentos

Y llegaron a rescatarte caballeros de brillante armadura...
pero tú ya habías matado a unos cuantos, 
junto a dragones y demás ogros disfrazados.
No fue fácil: 
te habían convertido en princesa, 
convencido de que alguien tenía que guiarte, sacarte de ninguna torre abandonada,
y así te quitaron tus armas y tus poderes y tus alas.
Pero eras una guerrera. Uno por uno cayeron los monstruos, los brujos y los bandidos.
Te armaste "caballera" tú sola sin ningún rey que te hiciera falta.
Pero tras rescatar damiselos y frenar ejércitos enteros, las perdices del cuento empezaron a saberte a ceniza, y ya no te convencía la idea. Y volviste a las armas.
El último en llegar fui yo. Remolón como ninguno y disculpándome por mi retraso y por llegar tarde.
-¿Vienes a salvarme? 
Y, mirando tras de ti los restos de tus batallas, pensé:
-¿Salvarte yo?¿A ti?¿De quién?

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