1/12/19

Insomnios


Dice el refrán popular
“los muertos no cuentan historias”
pero te voy a contar
que en mi cama
tengo tres fantasmas
con cordura transitoria.

Tirando de labia
(y más invento que memoria)
dicen, cuentan y relatan
hasta que llega el alba,
que desaparecen o callan.

Cada noche, como te digo,
puntuales y sin falta
vuelven hasta mi almohada
con cuentos, leyendas y vidas
que yo vivo mientras narran.

Uno es un difunto marinero
que tras surcar en su barco
cada puerto y cada océano,
milla a milla y palmo a palmo,
al hundirse en la tormenta
volvió a navegar,
cada palmo y cada milla,
pero por debajo del mar.

Es interesante también
escuchar al soldado
que vivió en cada guerra,
que sufrió cada disparo,
que murió en cada batalla,
y luchó en todos los bandos.

Cuenta historias de otras eras
pero también otras muy nuevas,
y su tono no se altera
con poesía ni violencia.

Y luego está este personaje
al que no sé cómo llamar,
pero es ese que siempre ves
junto al trono o el altar.

Abogado o consejero,
bibliotecario u oficial,
en la esquina de la foto
sin querer aparentar,
mientras maneja los hilos
de aquellos que mandan más.

Sabe del poder, de las intrigas,
de traiciones y alianzas,
dinero, promesas, mentiras
amor y odio en la balanza.
Al final de sus historias,
sale ganando la banca.

No te pretendía asustar,
pero estos son mis fantasmas.
Como se hace tarde ya,
es hora de intentar
ese dormir de mentira,
ese tramposo soñar,
en el que vivo en otras vidas
y no llego a descansar.


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